Orígenes y Evolución

Cuando el mar y los ambientes náuticos cobraron su importancia en las islas, se fueron estableciendo progresivamente algunos talleres de carpinteros de ribera cuyo principal cometido, ya en pleno siglo XVI, fue la creación de naos y la construcción de pequeños botes de uso doméstico empleados en la pesca de bajura. La existencia de este hecho está más que comprobada por la historia y dan fe de ellos los innumerables documentos notariales que hacen referencias a sus herencias, condiciones laborales o contrataciones. Sin embargo, este oficio se movió en Canarias bajo los parámetros de la artesanía, hasta la llegada del vapor.

No obstante, en el archipiélago se llegaron a construir barcos de gran tonelaje, pero no se puede afirmar que lo hicieran de una forma industrializada. Canarias quedaría relegada en este sentido, por lo ocurrido en el campo de la arquitectura naval frente a grandes poblaciones como Barcelona, Sevilla, Cádiz… las cuales gozaban del beneplácito estatal para consolidar una industria. Esta evidente desventaja industrial asfixió las aspiraciones regionales en materia náutica; por lo que el oficio se fomentó como tal a través de claves gremiales en las que el concepto de tradición supuso la perpetuidad de un menester, y en el que el aprendizaje se encontró con la práctica de la labor.

Aun así, la industrialización aparecería en cierta media a Canarias en los albores del Ochocientos, un momento histórico que se puede considerar sin perjuicios como la cúspide de la carpintería de ribera en las Islas.