Si la distinción mayor entre arte y artesanía se concreta en el carácter eminentemente utilitario de la segunda. La distinción entre artesanías y oficios de arte se centra en el atributo de creatividad e innovación que distingue a estos últimos.
El producto artesanal es el resultado de un proceso reiterativo, conforme a una técnica y unos procedimientos que hunden sus raíces en una larga tradición, y, que no requiere de una particular reflexión por parte del artesano acerca del objeto de su quehacer. El producto es conocido de antemano y habrá en todos los casos de adecuarse al modelo y al estándar de él esperado.
Por el contrario el producto de los oficios de arte requiere, en cada caso, de una aportación creativa que de significado y singularidad al objeto en cuestión, por más que el proceso productivo se vincule con un quehacer tradicional, es decir con un oficio, definido como el dominio de un conjunto de saber y técnicas que permiten realizar virtuosamente una determinada actividad o cosa. La belleza, la originalidad y la excelencia son categorías que adornan siempre a este tipo de producciones.
Los Oficios de arte, constituyen un género dentro del mundo del arte aun no muy bien definido, ni tampoco muy bien valorado. Considerados hasta ayer como una sub-clase enfrentada a las Bellas Artes, arrastran muy a su pesar la categoría de “artes decorativas” y la condición de “artes menores”. Sin embargo los oficios de arte son el mejor testimonio vivo de nuestro pasado cultural, portadores de seculares conocimientos técnicos e innovación creativa y contribuyen de manera singular a la valorización de los territorios desde su potencial cultural, económico, social y humano particular.
Bajo la categoría de “oficios de artes” se reúnen todas aquellas actividades y producciones artísticas de calidad, que por su condición no pueden ser enmarcadas ni como “Arte” ni como “artesanía”, bien por tener un marcado carácter utilitario y práctico frente al primero, bien por el hecho de alejarse de la mecánica y estereotipada repetición de un producto de la segunda. Así, los oficios de arte representan una singular unidad, suma de manualidad, artísticidad, y de dialogo permanente entre tradición e innovación, situados permanentemente en la imprecisa frontera entre el mundo artesanal y el mundo artístico. En la idea esencial de “oficio de arte” se encuentran y acumulan como principios definidores: conocimiento, Innovación y creatividad, virtuosismo técnico, identidad y tradición.
El sector agrupa numerosos y muy diversos oficios, pero todos ellos asumen siempre actividades que proceden tanto del sentido artístico del artífice, como del conocimiento de unos determinados saberes y del empleo de unas técnicas específicas. No obstante se pueden agrupar en tres grandes familias: los que contribuyen a la conservación del patrimonio, los que producen objetos de índole eminentemente utilitaria y los que generan objetos de carácter singular o exclusivo.
Los oficios de arte son, igualmente, por su propia condición y naturaleza, un laboratorio del futuro. Pues tienen una gran capacidad de creación e innovación y desempeñan un destacado papel en la evolución de las técnicas y materiales. El desarrollo y la transformación de los conocimientos y técnicas tradicionales, junto con la incorporación de nuevos materiales así como de las nuevas tecnologías ha permitido al sector, en la mayoría de los casos, un salto cualitativo en sus producciones y realizaciones tecnológicamente muy avanzadas.